Jorge Briceño nació y creció en la región del Sumapaz, tierra fría y de páramo, por donde pasó la columna campesina que desde el oriente del Tolima se dirigió hacia los Llanos del Meta en retirada, después de haber enfrentado al ejército y la policía asesina durante el gobierno del general dictador Gustavo Rojas Pinilla, en los años 50 del siglo pasado, en lo que se conoce como la guerra de Villarrica. Esa región del Sumapaz, dominada siempre por las FARC-EP, es el corredor estratégico principal en la ofensiva sobre Bogotá, a cargo del Bloque Oriental, que dirigía el Mono Jojoy como se le dice cariñosamente en las filas insurgentes.
Desde sus doce años se integró a las filas guerrilleras, en la unidad dirigida por Manuel Marulanda Vélez, de quien recibió siempre la orientación y la formación político-militar marxista-leninista; se fue destacando en las diversas tareas que encomendaba el jefe, hasta convertirse en el combatiente guerrillero que Colombia conoce.
Cualquier mando militar en las FARC-EP, por disposición de su reglamento, debe saber leer y escribir, por ello el comandante conocido como Pablo Catatumbo, integrante hoy del Estado Mayor, dedicó muchas horas de su tiempo libre en los campamentos enseñando al Mono a leer y escribir. Se convirtió así en uno de los combatientes más bien informado e instruido en diversas materias y uno de los obsequios que más apreciaba era un libro. Mantenía la mejor biblioteca, en la cual se encontraban desde los clásicos griegos y latinos hasta las obras más connotadas sobre el arte de la guerra.
Tenía por costumbre levantarse a las tres de la mañana junto con su estado Mayor de Bloque a estudiar clásicos del marxismo y la historia de las diversas revoluciones comunistas (Rusia, China, Cuba, Corea, Vietnam), pero principalmente era estudioso de Bolívar, cuyo interés le fue despertado por el comandante Jacobo Arenas y por su maestro de letras Pablo Catatumbo, una autoridad en la materia.
Los calificativos que la oligarquía colombiana, empezando por el presidentico Santos, le espetan, sin ningún respeto por el combatiente caído en combate, reflejan el odio visceral de los generales asesinos del pueblo, a quienes castigó con fuerza el Mono Jojoy. Todos recuerdan que antes de los diálogos del Caguán, el ejército colombiano y los paramilitares, sufrieron grandes derrotas y acciones de combate en el orden operacional, cuando las FARC-EP empezaban a pasar del nivel de la guerra de guerrillas, con su nuevo modo de operar, al nivel de la guerra de movimientos, entre estas acciones la toma de la capital del departamento del Mitú, el combate del Billar, la derrota del Plan Destructor II, la toma de Miraflorez y muchos otros. Pues Jorge Briceño y su maestro de toda la vida: Manuel Marulanda Vélez, fueron los artífices de este salto de calidad en el desarrollo de la guerra de guerrillas en Colombia. Huelga decir que las tropas oficiales, le tenían pavor en el combate.
Los obreros y campesinos colombianos, el pueblo oprimido, hambriento, perseguido y humillado por el imperialismo y la oligarquía santanderista que han dominado el país, pero que históricamente se encuentran derrotados, saben que el ejemplo y el sacrificio de Jorge Briceño, en defensa de los sagrados intereses populares, es el manantial que alimentará las conciencias de todos los revolucionarios que le sobrevivimos y que hoy levantamos con fuerza las banderas de la liberación nacional y del socialismo, causas a las que se entregó por entero el guerrillero y comandante Jorge Briceño (MONO JOJOY).
PAZ EN SU TUMBA
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